Pertenencia vs necesidad de identidad


Desde niña he sentido un rechazo hacia las comunidades. Mi padre estaba en un club de empresarios y odiaba el ambiente elitista que se respiraba, era una energía muy sutil en el aire que me asfixiaba. Podría parecer que la temática del club era lo que la creaba, pero al tiempo descubrí que era algo generalizado. Mi madre empezó a asistir a una escuela de crecimiento personal y espiritual, cuando fui a alguno de sus eventos ¡Tachán! Ahí estaba de nuevo, ese aire asfixiante, esa energía extraña flotando. Conforme fui creciendo y acercándome a distintas temáticas, haciendo cursos y demás pude ir corroborando que ese “algo” flotaba en el aire de todas las comunidades y yo me sentía afín a ellas pero no podía pertenecer a ellas del modo que otras personas lo hacían. No terminaba de entender qué era lo que me creaba rechazo hasta que ayer leí un post en instagram de @laorejaverdedevirginia en el que hablaba de en qué se ha convertido la pedagogía Montessori. Llevo 10 años siendo madre, lo he ido siendo a mi manera, escuchándome, a veces guiada por mi instinto y otras guiadas por situaciones que no te dejan mucho margen de maniobra. Hasta hace dos o tres años yo no sabía quién era Montessori, es que ni me sonaba, pero una amiga me dijo: yo creía que la conocías porque tu forma de criar es muy de ese estilo. Empecé a investigar y descubrí todo un mundo, toda una comunidad en torno a esta pedagogía. Tengo que decir que creo que antes de descubrirlo era una madre más feliz, aunque de esto no tiene culpa Montessori ni la comunidad ni nadie más que yo y mi mente perfeccionista que enseguida deja de lado lo que yo siento para dar prioridad a lo que otros dicen. Pero esto es otro asunto, ya que leer e investigar acerca de esta pedagogía y después sobre Disciplina positiva, me han dado una serie de conceptos que me han hecho entender mejor a mis hijas, a otras personas y a mí misma. El concepto de Pertenencia es clave para mí y es lo que me ha llevado a descubrir qué rechazo de las comunidades. Como bien dicen estas pedagogías el ser humano tiene una necesidad básica que es la de pertenecer, sentirse parte del mundo, de la sociedad, del grupo, de la familia… creo que eso es lo que nos lleva a agruparnos según distintas temáticas por afinidad de ideas. Hasta aquí todo bien, es genial tener un grupo con el que interactuar y nutrirte, enriquecer tu visión. El problema es que, como todo en esta vida, el equilibrio es indispensable y en la necesidad de pertenencia no iba a ser menos. Si no tenemos cuidado la búsqueda de pertenencia se convierte en búsqueda de identidad, conocernos a través del grupo, o más bien definirnos a través de él, en vez de conocernos primero a nosotros y luego ver en qué espacios y comunidades nutrirnos y desarrollarnos. Creo que a veces necesitamos colgarnos carteles que digan quiénes somos, nos pegamos a una comunidad y esa necesidad se calma, el ego se aplaca, pero en realidad nos estamos encasillando, no somos “Montessoris” ni “realfooders”, ni “yoguis”… somos personas individuales con muchos matices.
Otro de los problemas que conlleva confundir la necesidad de pertenencia con la de identidad es el juicio. Cuando buscamos un cartel que nos defina estamos en realidad haciendo un juicio sobre nosotros mismos, sentenciando cómo somos y cómo debemos comportarnos para seguir siendo ese juicio. Y los juicios por desgracia siempre tienen dos direcciones, si me enjuicio yo enjuicio a los demás. De ahí el elitismo de las comunidades, ese aire de creerse superiores al resto que, me atrevería a decir, que he notado en todas y cada una de las comunidades a las que me he acercado. Los empresarios eran los mejores por tener dinero y empresas, por estar haciéndolo mejor que el resto en el ámbito económico, los de la escuela de crecimiento personal y espiritual, se sentían más especiales por ver la vida de otra manera, por “ver” en un mundo lleno de ciegos, los de la pedagogía Montessori por ser los mejores padres y mirar con condescendencia a esos pobres niños castigados y a esos pobres padres que no saben lo mal que están criando a sus hijos… podría seguir pero creo que se entiende. Por supuesto no todo el mundo es así, en esos lugares hay personas que realmente se agrupan para hacer piña, para nutrirse, para aportar, para crecer.
Otro de los peligros de buscar identidad en vez de pertenencia es compartimentar tu vida o volverla demasiado simple y mecánica… no sé definir muy bien el concepto, pero si solo nos consideramos padre Montessori, por ejemplo, seguiremos las normas que creemos que no podemos saltarnos para seguir siéndolo, porque que te “echen” de ese grupo supondría perder tu preciada etiqueta, con ello nos perdemos la cantidad de matices que tenemos dentro, controlaremos nuestra forma de educar en vez de escucharnos, de disfrutar del padre que realmente somos, sobretodo nos estaremos alejando de profundizar en nosotros mismos para buscar las respuestas, para qué hacerlo, tenemos un manual de comunidad que nos las dice.
Lo que más me preocupa de todo esto es que por experiencia sé que no solo nos acercamos a comunidades más significativas en busca de identidad, también esto se da a pequeña escala en amistades y familias. A mí me pasó con mi grupo de amigas del colegio, un día descubrí que seguía una serie de protocolos que me mantenían dentro de él, creía que ser de ese grupo me definía, no era pertenencia pues no lo usaba solo para nutrirme y sentirme mejor, me gustaba formas parte de ese grupo porque me daba una identidad, incluso cuando no me hacía sentir bien. No fue fácil salir de esa mini comunidad, no por las otras personas que podrán comprenderlo mejor o peor, sino por mí misma. Ir por el camino de la individualidad asusta, dejas de ser “alguien”, dejas de ser “la hippie” “la Montessori” “la iluminada” “la pija”… para ser “solo” tú, un ser amorfo sin definición, con miles de ideas y cosas dentro, que aparece en un curso de Constelaciones familiares se nutre y se va, en un curso de psicología se nutre y se va, en uno de disciplina positiva se nutre y se va, etc… Un ser que elige no elegir ningún lugar y pertenecer a todos.

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