La pócima
“Mamá, ¿Qué estás preparando?” Un pócima mágica “Eso no es
cierto, las pócimas llevan ojos de sapo y cola de rata. Eso es solo un zumo de
naranja y aloe” ¿Dónde se hacen esas pócimas que dices? En los cuentos ¿Verdad?
No te creas todo lo que cuenten los cuentos, no sabes quién empezó a contarlos
ni por qué.
Querida niña, hoy te voy a contar otro de esos secretos que
tanto te gustan, las pócimas mágicas existen, pero la magia es mucho más
sencilla que lo que nos cuentan. Parece que sólo puede hacerla una bruja fea y
malvada alrededor de un caldero humeante, pero yo ahora mismo estoy haciendo
magia de una manera mucho más simple, sólo con una batidora, unas naranjas y
una hoja de aloe.
Querida niña, la magia no es más que energía proyectada.
Sabes que papá no se encuentra bien, que su estómago no está bien y yo no puedo
quedarme quieta mientras lo veo sufrir... “Entonces ¿Lo vas a curar?” dijo la niña
emocionada. No, tesoro, no voy a curarlo. No pongas esa cara de pena, no voy a
curarlo porque la magia ha de hacerse desde el respeto y la humildad, no somos
quién para entrometernos en el camino de los demás, para sanar algo que enfermó
por algún motivo. Si privamos a esa persona de su dolor, lo estaremos privando
de su aprendizaje. Pero sí podemos ayudar, sí podemos hacer que ese aprendizaje
sea más llevadero, sí podemos dar luz para que sane antes. Podemos hacerlo de
muchas maneras, podemos poner nuestras manos sobre su dolor, podemos darle un
mineral apropiado para su dolencia, podemos preparar una poción, como esta que
estoy haciendo, podemos encender una vela por esa persona… no importa, puedes
hacer cualquier cosa que se te ocurra porque en definitiva estarás haciendo lo
mismo en todos los casos, estarás volcando tu energía en algo, en alguien, una
energía preciosa y cálida como es el amor, estarás compartiendo algo tan
hermoso como es la luz que todos llevamos dentro.
Esta poción mágica está hecha con miel de abeja y aloe vera,
estos dos ingredientes regeneran y protegen, ayudan al cuerpo de papá a sanar,
pero eso es lo que todo el mundo puede ver, esa es la explicación racional a
por qué esto le ayuda tanto. Pero a ti te puedo contar que quiero tanto a papá
que cada vez que preparo el zumo lo hago con todo mi cariño, lo hago despacio,
atendiendo únicamente a eso, cada vez que puedo acaricio las hojas de mis
aloes, para que ellos también sientan mi amor, para que sean lo más sanadores
posible. Y, por si eso no es suficiente, cuando termino de preparar la poción
pongo las manos sobre ella, cierro los ojos y pido que la energía concentrada
en ese vaso vaya allí donde se la necesite. “Pero mamá ¿Y si no funciona? ¿Y si
no es cierto eso que dices?” La madre la miró tierna, reconociendo la
desconfianza humana, esa que no cree en nada que no vea. No pasaría nada, si
todo es mentira, lo que yo hago será sólo un gesto bonito, y creo que esos
gestos hacia los demás nunca sobran.
Te cuento cómo veo yo las cosas, cómo las
vivo. Mi decisión fue creer, tú aún debes tomar la tuya. Yo seguiré poniéndote
la mano en el oído cuando te duela, seguiré abrazando a papá cada noche para
ayudarlo a sanar, seguiré haciendo mis pociones mágicas. "¿Y las medicinas,
mamá? Si haces todo eso, papá ya no necesitará medicinas” Las medicinas son un
avance, el hombre las ha descubierto y no podemos rechazar aquello que la vida
nos facilita. Las medicinas son otra herramienta para ayudar a sanar, entre
ellas se ayudan, se complementan. Pero es bueno no perder de vista que, aunque
ahora hay muchos avances en medicina, desde los tiempos más remotos el hombre
se ha ayudado de la naturaleza. Además, te contaré un último secreto por hoy:
la enfermedad física es sólo un reflejo externo de algo interno, es la manera
en que nuestro alma nos dice que algo no funciona, que debemos solucionarlo.
Así que sanar no es solo eliminar el síntoma, ayudar a sanar, es ayudar a la
persona a eliminar lo que la provoca.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar